Esta noticia de los venenos en hortalizas en la sabana de Bogotá, me tenia sumamente preocupado, sin embargo, gracias a un amigo (German C.) lector del blog, que también vive en Bogotá y seguramente gusta de la "comida sana", se encontró con la información que trata la solución técnica al problema: Una máquina ecónomica que es capaz de purificar el agua del rio Bogotá, según dicen en un 99.9%
Sin embargo nos dejará de preocupar tan solo un poco, porque como le comentaba a Germán, la solución óptima y de largo plazo al problema, consiste en cultivar de acuerdo al orden natural: agricultura órganica o agroecológica...
NOTA AL PIE: el presente articulo es de una edición anterior del periodico de la Universidad, más concretamente de Agosto del 2007 por tanto es dificil entender como es posible que la toxicidad en las hortalizas haya aumentado (Pues este estudio se presenta en la más reciente edición del periodico), si en teoria se trataba de un plan de soporte tecnológico para los agricultores de la sabana de Bogotá. Lo que creo yo es que muy probablemente, en realidad no ha llegado a la totalidad de agricultores por cuestiones administrativas y de financiación.
Así funciona la planta desinfectante
La planta funciona mediante un sistema de bombeo que transporta el agua, tal y como viene del vallado, a un tanque de recolección, donde se regula su caudal y se dirige hacia una torre de oxigenación.
De allí pasa a un depósito coagulante, donde la adición de alumbre (sal clara y astringente que aclara aguas turbias) permite que los sólidos o sustancias extrañas que lleva el agua se formen en grumos, hasta lograr que el líquido se aclare en la superficie. Un filtro de arena atrapa luego las partículas más rebeldes y la radiación ultravioleta complementa el proceso de desinfección.
Este diseño hace parte del Programa integral de transferencia de tecnología para la producción limpia y comercialización de hortalizas en la Sabana de Bogotá, emprendido desde hace más de tres años por la Universidad Nacional de Colombia, el Sena, Corpoíca, la Gobernación de Cundinamarca y municipios de la Sabana de Bogotá.
La primera etapa del proyecto promovió entre los agricultores prácticas limpias a partir del reemplazo de agroquímicos por fertilizantes orgánicos y biofertilizantes. El trabajo involucró a los municipios de Madrid, Mosquera, Funza, Facatativá, Soacha, Cogua, Subachoque, Tenjo y Gachancipá.
Según el profesor Heliodoro Argüello, “se implementaron métodos biológicos, como el uso de microorganismos que ejercen control sobre plagas y enfermedades”. El caso más exitoso tuvo como protagonista al hongo Trichoderma, adversario de patógenos vegetales, cuya acción detuvo el crecimiento de algunos hongos que son dañinos para las plantas.
Otros microorganismos actuaron como fertilizantes, mientras el empleo de extractos y cultivos acompañantes (como caléndula y ruda), repelieron insectos perjudiciales y enfermedades de las siembras.
“En este primer proyecto se desarrolló un manejo total del cultivo de lechuga, y parcial para los cultivos de espinaca, acelga, apio y brócoli, ya que los problemas presentes en estas hortalizas son más complejos”, asegura Argüello.
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