Presentamos a ustedes la historia detrás del Banco de Trueque que funciona en el barrio San José de los Sauces, al sur de Bogotá. Allí, son muchas las familias desplazadas que se han beneficiado a través del intercambio de bienes y que promueven una cultura económica que desplaza al sistema monetario y evidencia beneficios para toda una comunidad. Los bancos de trueque de Bogotá: un sistema a prueba de crisis Noticia de Marta Arroyo para www.elmundo.es Mientras la banca mundial se tambalea por los altibajos de los índices de cotización bursátil, en un lugar de Colombia, llamado Ciudad Bolívar, hay bancos donde el dinero no tiene valor. El único requisito para beneficiarse de sus prestaciones es aportar algo a cambio a la comunidad. Basados en el tradicional intercambio de bienes y servicios, los bancos del trueque de las barriadas de San José de los Sauces y Bella Flor se han convertido en el único medio de acceso a servicios sociales básicos para miles de personas que habitan las áreas marginales de esta localidad, en la periferia de Bogotá. Catalogada como zona roja, por la presencia de guerrilleros y paramilitares, en Ciudad Bolívar hay 2.200 familias desplazadas por el conflicto armado, el 26% de las que residen en la capital. Desarraigadas, y a menudo con grandes traumas a sus espaldas, residen en infraviviendas de chapa y ladrillo, desparramadas en cascada por las empinadas laderas de los montes cercanos. Arrabales de miseria que en muchos casos ni siquiera figuran en los mapas. Donde la presencia del Estado brilla por su ausencia y favorece los problemas sanitarios, el desempleo y el absentismo escolar. En este contexto social nació en 1999 la Fundación Laudes Infantis, de la mano de Jacqueline Moreno e Ivonne Jegge. Estas dos mujeres, una colombiana y una suiza acostumbradas a trabajar con niños de la calle, querían impedir que los menores abandonaran sus hogares para delinquir, por falta de perspectivas. Muy pronto se dieron cuenta de que la atención a los jóvenes no bastaba. Era preciso trabajar con toda la familia. Recuperar el tejido social y devolverles la autoestima y la dignidad. Y la herramienta que la Fundación ha utilizado en este proceso ha sido, precisamente, el trueque. "El éxito de la filosofía del trueque es lo que podríamos llamar 'planeamiento participativo'. Realizar proyectos atendiendo a las necesidades comunitarias, teniendo en cuenta su experiencia. Formando a sus habitantes para que lideren y protagonicen su desarrollo", afirma Jackie Moreno. "Cuando una familia llega al asentamiento huyendo de la violencia suele venir con mucho miedo en el cuerpo y nada en las manos. En el banco del trueque escuchan sus necesidades y, dependiendo de la disponibilidad y de sus cualidades, se les remite a la coordinadora del servicio en cuestión, para que les asigne una labor. Un miembro del banco les guía en este procedimiento. Su honestidad se da por supuesta y no se les interroga sobre su procedencia", explica Sonia Milena Giraldo, responsable de la sucursal de Bella Flor. Así, a cambio de un lugar donde dormir, deben comprometerse a buscar plaza en una escuela para sus hijos. Mientras encuentran trabajo, pueden llevar a los niños al comedor comunitario, si invierten parte de su jornada en atender a los menores de la casa cuna, dar clases de agricultura urbana o cualquier otro servicio acorde con sus capacidades. Desde ropa hasta un sueño, casi todo se puede obtener en este banco. No hay límite de crédito. El trueque social rige la vida de estos suburbios, en los que nada se logra gratis. Los ancianos que no pueden trabajar reciben tres comidas gratuitas, si ceden sus tierras como huertos comunales. Los más pequeños obtienen juguetes o libros, a cambio de que acudan a clases de refuerzo escolar. Desde ropa hasta un sueño, casi todo se puede obtener en este banco. No hay límite de crédito. El trueque social rige la vida de estos suburbios, en los que nada se logra gratis "Generar compromisos en los chavales y formarlos para que sean futuros líderes sociales es otro de nuestros objetivos. Si se responsabilizan de una tarea en casa y la cumplen, sus padres no les regañan, lo que reduce el índice de violencia familiar", pone como ejemplo la cofundadora de Laudes. ¿Y si alguien no cumple con su parte? "Incumplir un compromiso genera un interés que se acumula. Pero la gente es consciente de que eso provoca desconfianza en los vecinos y les veta el acceso a otros recursos". Cuando esto ocurre, se suele renegociar la estrategia para facilitar su cumplimiento. "No hay un plazo fijo para hacerlo, sólo se marcan unos horarios para que haya un control de la prestación del servicio", aclara Jackie. Muebles fabricados con material reciclado en la ebanistería. Ampliar foto Muebles fabricados con material reciclado en la ebanistería. La aportación personal está al alcance del deudor. Incluso, hay trueques insólitos cuyo fin es fomentar comportamientos cívicos o medidas higiénicas: el mero hecho de alguien se peine o tire los papeles a la papelera le puede dar derecho a un almuerzo gratis. El proyecto atrajo la atención de la Fundación Codespa. Desde 2005 la ONG española colabora con Laudes Infantis en la búsqueda de financiación y mejora de la gestión de los recursos de esta singular iniciativa, que ha obtenido numerosos reconocimientos. Entre ellos el Premio Mujer Cafam 2008, concedido a Jackie Moreno. Ella ha sido la artífice de la conversión de este antiguo basurero en un lugar habitable con parque, radio, tienda de ropa y hasta una escuela de teatro. Todo ellos construido en buena parte con material reciclado. "Nosotros creímos en Laudes cuando no era tan fácil. Uno veía las risas y los colores en Bella Flor, la participación de la gente... pero no tenían nada más. Aunque desarrollaban actividades productivas, nadie había pensado en generar ingresos como un objetivo fundamental. Así es que comenzamos a plantear escenarios productivos, empresariales, de formación para el empleo y comercialización. En estos tres años la fundación ha crecido, no sólo a nivel financiero y de proyectos, sino como institución de desarrollo", explica Beatriz Agüera, responsable de Codespa en Colombia. En su opinión, el reto ahora es "la realización de una estrategia de sostenibilidad" que garantice la continuidad de un sistema que ya se está replicando en otras localidades. Varias empresas comunitarias están ya en funcionamiento, como una panadería, un salón de belleza, una pequeña fábrica de baba de caracol, un taller de confección y una carpintería. El sueño de Jackie es hacer del reciclaje a gran escala la principal fuente de ingresos del trueque social. Una metodología que ya beneficia a 1.200 familias y que ha hecho de la necesidad de supervivencia una economía alternativa, donde todos participan y todos ganan.
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