El presente artículo es uno de los principales documentos en español  que resume muy bien la historia de la pandemia que "nunca existió" y entregando información acerca del millonario negocio mediático por el cual las multinacionales y en especial, principales agencias del salud del mundo, condujeron al público al miedo para cumplir la agenda de las corporaciones.
Éste blog divulgó en su momento los informes mas actualizados. Pero ahora, que tenemos acceso a éste documento y que podemos analizar la situación, lejos de ella en el tiempo y del miedo colectivo, los invitamos a observar la evolución de la pandemia que nunca existió.
1. UN POCO DE HISTORIA
En abril de 2009 se inició un brote  epidémico de gripe en Méjico, con alta mortalidad y contagiosidad. Se  denominó “gripe A”. En los primeros días se llegó a calcular una tasa de  contagio del 10% y una mortalidad del 5%. Es decir, para un país de 50  millones, 5 millones de afectados y 250.000 muertos. El virus se  expandió por el mundo, con miles de afectados, y la Organización Mundial  de la Salud (OMS) declaró una alarma que llegó al máximo nivel,  pandemia nivel 6, en junio de 2009. No fue extraño que, por ejemplo, en  el Reino Unido hicieran planes de respuesta a la gripe A teniendo en  cuenta, incluso, la falta de cementerios para enterrar al “exceso” de  muertos.
2. VIRUS A
El virus era similar al de la gripe de  1918 (“gripe española” que provocó millones de muertos por neumonía en  un mundo en guerra, la Primera Guerra Mundial, y sin antibióticos),  tenía origen porcino y partía de los EEUU, de alguna granja cerca de la  frontera. Ya había habido otro brote previo de “gripe A” de origen en  cerdos en 1978, en EEUU. En aquella ocasión, el remedio fue peor que la  enfermedad, y la vacuna desarrollada a toda prisa y promovida incluso  con la vacunación televisada del Presidente de EEUU conllevó una  epidemia de enfermedad de Guillain-Barré (lesión de nervios que provoca  parálisis y a veces muerte) que obligó a parar la campaña; además, el  brote se contuvo y no tuvo mayor importancia (1,2). El pánico y la  política (fue año de elecciones) gobernaron la respuesta a la gripe A.
De hecho, el virus A de la gripe fue el predominante entre 1918 y 1957, y tras el desarrollo de los antibióticos y con la existencia de sistemas sanitarios de cobertura universal, desapareció la mortalidad catastrófica asociada a la gripe A.
3. HECHOS Y PREDICCIONES EN  2005
La Organización Mundial de la Salud  (OMS) esperaba una pandemia de gripe desde 2005, cuando anunció cientos  de millones de muerto por la “gripe Aviar”, que se quedaron en apenas  250 personas fallecidas en el mundo entero. Todos los Gobiernos tenían  “planes de contingencia” frente a la gripe Aviar de 2005, que se  activaron ante la gripe A de 2009. Esperábamos, como en 2005, millones  de muertos por la gripe y, según la Directora de la Organización Mundial  de la Salud, a finales del año 2009 “el número de enfermos crecerá a un  ritmo vertiginoso y se doblará cada tres o cuatro días”.
4. LA GRIPE A, UNA GRIPE LEVE  DESDE MAYO 2009
Pero ya en mayo de 2009 había datos  claros que demostraban:
1) la baja morbilidad y mortalidad de la gripe A (era una gripe más suave que la gripe de todos los años, “gripe estacional”),
2) la existencia de defensas en los nacidos antes de 1957 (por haber pasado la gripe A de entonces) y
3) que la vacuna contra la gripe estacional conllevaba mayor susceptibilidad para la gripe A (los vacunados contra la gripe estacional enfermaban con más facilidad por la gripe A) (3).
En junio y julio la información sobre la pandemia demostraba abrumadora y consistentemente que la gripe A era una gripe suave tanto en la primavera del mundo boreal como en el invierno austral (3-5), pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue aumentando el nivel de alarma hasta el máximo, pandemia nivel 6. De hecho, cambió sutilmente la definición de “pandemia” para indicar sólo afectación global, sin precisar de gravedad especial (6).
5. “PANDEMIA”, SANTO Y SEÑA
Muchos Gobiernos tenían “contratos  dormidos/latentes” con las industrias farmacéuticas que conllevaban  normas precisas de respuesta cuando la Organización Mundial de la Salud  (OMS) determinase un nivel de alarma de “pandemia”. Era clave, pues, la  palabra “pandemia” y la declaración de la misma por la Organización  Mundial de la Salud para, por ejemplo, la fabricación acelerada y venta  de las nuevas vacunas (7). Estos contratos trasladaban toda la  responsabilidad de los daños que causaran las vacunas a los Gobiernos.  El de Polonia rechazó este tipo de contrato, juzgó con buen criterio que  la pandemia era sólo una gripe leve, y no compró las vacunas ni vacunó a  su población (8). Los demás Gobiernos continuaron con los “planes de  contingencia” como si estuviéramos ante una gripe tipo “gripe Aviar” con  miles de muertos y enfermos graves. 
6. MORTALIDAD POR GRIPE A  (2009-2010)
La gripe A causó en Polonia el mismo  número de muertos que en el resto de Europa, es decir, 181 muertos para  unos 39 millones de habitantes. En España ha habido 251 fallecimientos,  contra 18.000 previstos (para unos 47 millones de habitantes). En el  Reino Unido han sido 344 los muertos, frente a 60.000 estimados (para  unos 61 millones de habitantes) (7,9). En general, la mortalidad por  gripe A ha sido la décima parte de la habitual en las epidemias de gripe  estacional, de 0,01% contra 0,1%. Por ejemplo, pese a las amenazas a  jóvenes, en Australia murió por gripe A en 2009 un menor de 40 años por  millón de habitantes (10). La mortalidad en embarazadas estuvo por  encima de lo habitual pero, contra la percepción popular, siguió siendo  causa infrecuente de mortalidad materna (tres de cada cien mil) (11).
7. MORBILIDAD POR GRIPE A, Y  “VACUNACIÓN NATURAL”
Las diferencias también fueron  abismales en morbilidad (cantidad de personas o individuos considerados  enfermos o víctimas de  una enfermedad en un espacio y tiempo  determinados). Por ejemplo, se calcularon entre 400 y 40.000 ingresos de  UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) en Australia y Nueva Zelanda, con  entre 106 y 28.000 pacientes que precisarían respiración mecánica, lo  cual sobrepasaría las posibilidades del sistema sanitario (12). En la  realidad fueron respectivamente 722 y 456, fácilmente manejables por el  sistema sanitario (13). En España se llevó a cabo un análisis  similarmente equivocado con cálculos de ingresos en UCI entre 7.200 y  21.600 (14), y además se provocó alarma acerca de una “nueva” neumonía;  tras el pico de epidemia en noviembre de 2009 se puede afirmar que todo  quedó en nada y no se colapsó ninguna urgencia ni UCI, con un total de  ingresos por gripe de 872 hasta enero 2010.
He comentado la levedad del cuadro clínico de gripe A, demostrada ya en mayo de 2009 (3-5). Los trabajos posteriores permiten afirmar que la mayoría de los que pasaron la gripe A no tuvieron ningún síntoma, pero sin embargo han adquirido defensas frente a la misma (hubo una “vacunación natural”). Se calcula que más de la mitad de la población de Australia tiene ahora defensas suficientes frente a la gripe A (10), y la situación es similar en el Reino Unido (15). Ahora no sólo tienen defensas los ancianos, también los jóvenes.
8. PROPUESTAS DE TRATAMIENTO  INÚTILES, COMO POCO
Frente a la gripe A se recomendó el  tratamiento con antivirales, de los que se compraron millones de dosis.  Pero los antivirales son inútiles, y su uso se asocia a graves efectos  adversos (16-19). No es extraño que se hayan empleado con extrema  prudencia por los médicos clínicos.
9. PROPUESTAS DE VACUNAS INÚTILES, COMO POCO
Las vacunas contra la gripe son de  escasa efectividad, muy inútiles tanto en niños como en ancianos  (20,21). Las vacunas son con virus inactivados y logran una débil  respuesta inmunitaria. Se han comercializado con estudios de bajísima  calidad, sin ensayos clínicos a largo plazo (22,23). Gran parte del  efecto que se les atribuyen se debe al sesgo de “selección” (los que se  vacunan tienen mejor salud que los que no se vacunan) (24).
Fue imprudente vacunar contra la gripe estacional (con un triplete de virus inactivados) en 2009, cuando sabíamos que el virus A había desplazado por completo a todos los demás, y además, que la vacuna triple contra la gripe estacional probablemente aumenta la susceptibilidad a padecer la gripe A (3,25). Este caso, de interacción entre vacuna inactivada contra virus y el mismo virus, da idea de lo poco que sabemos sobre vacunas víricas en general y sobre vacunas de virus inactivados en particular (26,27). Aunque parezca increíble, ignoramos casi todo sobre la gripe, pero está demostrado 1/ que la vacuna en los niños no elimina su “capacidad” de transmisores de la enfermedad, 2/ que no entendemos la epidemiología de la gripe (hay quien sugiere que la disminución de los niveles de vitamina D se asocia a su presencia invernal) y 3/ que no ha habido ni segundas ni terceras “olas” más graves de epidemia en los últimos quinientos años (26,28,29).
En 2010 sabemos que gran parte de la población está “vacunada espontáneamente”, por lo que es absurdo proponer ninguna vacunación contra la gripe, ni con vacuna contra la gripe A ni con la vacuna triple contra la gripe en general. Los riesgos de la vacuna son equivalentes o mayores que los riesgos de la gripe (10,30).
10. CONOCIMIENTOS DE LA  POBLACIÓN
Los mensajes de las autoridades  nacionales (Ministerio y Consejerías de Sanidad) e internacionales  (fundamentalmente la Organización Mundial de la Salud, OMS), lograron  llevar a la población el conocimiento sobre la “gripe de 1918”, la  “gripe Aviar”, que “la gripe puede matar” y, por todo ello, miedo (para  el 83% de los encuestados). De hecho, el 67% de los españoles creía en  septiembre de 2009 que en España se había causado una “alarma social  innecesaria” (31). No es extraño que no se vacunara contra la gripe A ni  el 10% de la población. Lo mismo sucedió en Europa, con el consiguiente  descrédito de las autoridades ante los ciudadanos y pacientes (7).
11. LOS PROFESIONALES  SANITARIOS
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Se pretendió forzar la vacunación  contra la gripe estacional y contra la gripe A de los profesionales  sanitarios. Por ejemplo, en el Hospital Sick Kids, de Toronto, Canadá,  se amenazó con no cubrir los costes de la baja laboral por gripe de los  empleados (clínicos y demás) que no se hubieran vacunado contra la  gripe. La respuesta de los sanitarios fue no vacunarse, en masa, en  todos los países desarrollados, con el consiguiente descrédito de las  autoridades ante los profesionales (32). En España, además, los  profesionales sanitarios generaron un fortísimo movimiento científico  desde agosto de 2009 con el empleo de métodos diversos, básicamente la  Red, para transmitir un mensaje de calma y tranquilidad a la población  (33,34). Lo mismo sucedió en muchos países europeos, hasta finalmente  llegar a los parlamentos de la Unión Europea y del Consejo de Europa  (7,8).
12. LA PUERTA GIRATORIA
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Falta transparencia sobre la gestión de  la crisis de la gripe A y, por ejemplo, la Organización Mundial de la  Salud (OMS) se niega a revelar los conflictos de interés (con las  industrias) de sus expertos “para proteger su privacidad” (7).
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- Julie Gerberding -
Es sorprendente, cuando menos, que Julie Gerberding, la Directora de 2002 a 2009 de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) (agencia oficial de EEUU que determina el uso de vacunas y otros tratamientos en epidemias y demás) pase en enero de 2010 a Presidente de la Sección de Vacunas de Merck (industria farmacéutica) (35).
En España ese trasvase de lo público a privado es verdadera “pandemia”(*) en el sector sanitario.
(*) Algunos ejemplos de políticos y responsables sanitarios, varios con responsabilidades públicas sobre medicamentos, que han pasado al sector privado (por orden del primer apellido): Jaime del Barrio (Roche), Fernando García Alonso (Bristol-Myers-Squib), Regina Múzquiz (Sanofi-Aventis), Albino Navarro (Farmaindustria), Federico Plaza Piñol (Astra-Zéneca), Regina Revilla (Merck) y Eugeni Sedano (Esteve).
.13. POLÍTICOS IMPUNES
Los políticos que han gestionado la  crisis de la gripe A como si fuera una gripe Aviar sin control aluden de  continuo al “principio de precaución” como justificación. La gestión  del riesgo se transforma en imaginar el peor escenario posible y en  emplear cientos de millones de euros en España (y miles de millones en  el mundo) para prepararnos ante el Fin del Mundo. La crisis ante la  gripe A es, pues, una crisis básicamente creada por la propia gestión,  por la incoherencia e irresponsabilidad de las autoridades sanitarias  (con el “principio de precaución” como paraguas para decidir sin  sentido). Es como si la Dirección General de Tráfico quisiera eliminar  la mortalidad en carretera prohibiendo la circulación de todo tipo de  vehículos para siempre, “por el principio de precaución”.
uando se demuestran sus incoherencias y  falta de transparencia aluden a “ahora es fácil saber lo que ha  pasado”; o peor, amenazan con una segunda ola de gripe A, ésta sí  horrible y mortal de necesidad (de nuevo el Fin del Mundo) por más que  lo primero es falso (en agosto de 2009 ya no había dudas acerca de la  levedad de la pandemia de gripe A) (33), y lo segundo va contra  quinientos años de historia de la gripe (29).
No reconocen sus errores, no modifican su conducta, siguen impasibles sus rutinas.
Mientras tanto, quedan sin resolver problemas básicos como la salud dental de la población española, o los enfermos mentales hacinados en las cárceles.
Veremos en septiembre de 2010 a estos políticos impulsar la triple vacuna contra la gripe, como si todo fuera igual que siempre. Una vacuna que incluso el European Centre for Disease Control and Prevention (ECDC) considera “sin sólidos argumentos científicos”, por más que recomiende la trivalente contra los virus A/California, A/Perth y B/Brisbane (36).
Son políticos sanitarios impunes que no responden de sus errores e incongruencias ni política ni judicialmente. Su pequeñez e incoherencia se demuestran hasta en la definición de “caso de gripe A”, diferente en todas las CCAA españolas (ha habido, pues, una gripe A “vasca”, otra “catalana”, otra “andaluza”, etc.) (37).
¿Quién estará pendiente de la “puerta giratoria”?
Las cuestiones éticas se han olvidado, desde el respeto a la autonomía de pacientes y profesionales, al olvido de la desigualdad social como determinante de muerte en epidemias gripales (38).
Hay políticos sanitarios que parecen haber olvidado al tiempo la ética política y el ejercicio honrado de su actividad (que incluye el reconocimiento de errores y la dimisión).
14. CONCLUSIÓN
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