dimanche 22 mars 2009

¿De dónde viene el dinero?

Una lección acerca del orígen del sistema monetario.



Dos hombres “hacen cola” junto a la taquilla de un teatro de la ópera. A su turno, cada uno de ellos paga $ 9.90 por tres boletos a $3.30 cada uno. Cuando uno se separa de la taquilla, se le unen dos amigos, con quienes entra en el teatro y esperan a que se levante el telón. El otro comprador también se separa de la taquilla, pero pasa la calle y, ya en la acera del frente al edificio, comienza a proponer los billetes que compró a los transeúntes. Puede ser que los venda a $4.40 cada una (es lo que pide, con sobreprecio de $1.10), puede ser que no consiga venderlos. Eso no importa.


¿Hay alguna diferencia entre sus $9.90 y los del otro hombre? Sí. El dinero del especulador es capital. El del espectador, no. ¿Pero dónde está la diferencia?

El dinero es capital solamente cuando se le usa para comprar artículos o trabajo, con objeto de venderlos otra vez con utilidad. El especulador no quería ver la función teatral. Invirtió $9.90 con la esperanza de recuperarlos, más algún dinero. Por consiguiente, sus $9.90 actuaban como capital. El espectador, por otra parte, pagó $9.90 sin la menor idea de volver a tenerlos: sólo deseaba ver la función. Su dinero no actuaba como capital.


Pero ¿qué es lo que el capitalista típico compra con objeto de venderlo y ganar? ¿Son billetes de entrada a los teatros? ¿O lana, o automóviles, o sombreros o casas? No. No es ninguna de estas cosas y sin embargo, es parte de todas ellas. Hable con un obrero industrial. Él le dirá que lo que su patrono le paga en jornales es su capacidad para el trabajo.


Así pues, es la fuerza de trabajo del obrero lo que el capitalista compra para vender y hacer utilidades; pero es obvio que el capitalista no vende la fuerza de trabajo de su asalariado. Lo que vende, con ganancia, es el artículo que la fuerza de trabajo del obrero ha transformado de materia prima en producto acabado. La utilidad viene del hecho de que el trabajador recibe en jornales menos del valor de lo que ha producido.


El capitalista es dueño de los medios de producción, edificios, maquinarias, materias primas, etc. El compra la fuerza de trabajo. Es de la asociación de todo ello de donde viene la producción capitalista. Obsérvese que el dinero no es la única forma del capital. Un industrial de hoy puede tener poco o ningún efectivo, y sin embargo ser el poseedor de un fuerte capital, porque es dueño de los medios de producción, que son su capital, el cual crece según compra fuerza de trabajo.

Una vez que una industria moderna comienza su labor, hace sus propias ganancias y acumula su capital propio muy rápidamente.


Pero ¿de dónde vino el capital, al principio, antes que la industria moderna comenzase? Es una cuestión importante, porque sin la existencia de capital acumulado, el capitalismo industrial, tal como lo conocemos, no habría sido posible. Como tampoco lo habría sido sin la existencia de una clase trabajadora, libre y desposeída, es decir, de gentes que tienen que trabajar para otros para vivir. ¿Cómo fueron creadas estas dos condiciones?


Se podría contestar que el capital necesario para iniciar la producción capitalista vino de esos seres cuidadosos que trabajaron tenazmente, gastaron sólo lo que tenían que gastar y acumularon sus ahorros poco a poco. La gente ahorró, por supuesto, pero no fue por ese camino como acumuló primeramente el capital. Es una bonita explicación, aunque es una lástima que no sea completamente cierta. La verdadera historia no es tan hermosa.


Antes de la era capitalista, el capital se acumuló principalmente a través del comercio, un término elástico que significaba no sólo el intercambio de productos sino que se extendía hasta incluir la conquista, la piratería, el saqueo y la explotación.


No por gusto, las ciudades- estados italianas ayudaron a la Europa Occidental en las Cruzadas. El fin de aquellas guerras “religiosas” encontró a Venecia, Génova y Pisa en el control de un rico imperio. Los conquistadores italianos tuvieron entonces la principal de sus oportunidades. Un río de riquezas corrió del oriente a las manos en espera de sus traficantes y banqueros. Una de las primeras autoridades sobre este tema, Mr. John Hobson, dice que este comercio italiano con el oriente: “Así, en época temprana, fue fundado el provechoso tráfico que suministró a la Europa Occidental la acumulación de la riqueza requerida para el ulterior desarrollo de los métodos capitalistas de producción”.


Si Mr. Hobson es exacto, debemos buscar los comienzos de la organización capitalista en la península italiana. Y fue allí, en los siglos XIII y XIV y aún antes, donde los hallamos. Pero, por grande que fuera aquel tesoro del Oriente no era bastante. Se necesitó una nueva y mayor afluencia de capital antes de que la Era capitalista realmente pudiera ponerse en marcha. Fue a partir del siglo XVI cuando e capital empezó a acumularse en cantidades enormes, suficientes para afrontar las necesidades. Karl Marx, otra autoridad sobre la evolución del capitalismo moderno, lo sumariza con estas palabras:


“El descubrimiento de oro y de plata en América, el exterminio, esclavización y entierro en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales y la conversión de África en un coto comercial para la caza de negros señalan el rosado amanecer de la Era de la producción capitalista. Estos procedimientos idílicos son los momentos determinantes de la acumulación primitiva”


¿Le interesaría escuchar una narración de crueldades, asesinatos y torturas que harían aparecer las actividades de los “gangsters” de nuestro siglo XX como una fiesta de niños? Pues pregunte a un indio mexicano o peruano que le cuente como fue el primer encuentro de sus ascendientes con el hombre blanco, en el siglo XVI. Se les impartió a los nativos el cristianismo, y con este, el trabajo forzado en las minas, palizas brutales y muerte. Pero que tremenda cantidad de oro y plata los conquistadores sacaron para embarcarla hacia el Viejo mundo, donde fueron a parar eventualmente a las manos de los comerciantes y banqueros! Y el oro y plata en tales manos no quedaron ociosos, se les utilizó para dar crédito, o para préstamos a los fabricantes, o en el comercio, en forma de grandes cantidades de dinero. En una palabra, fue capital.


El comercio de las colonias trajo riqueza a la madre patria y construyó las primeras fortunas de los traficantes europeos. Particularmente interesante, como fuente de acumulación de capitales, fue el tráfico de seres humanos, los indígenas de piel negra de África. En 1840 el profesor H. Merivale dio una serie de conferencias en Oxford, sobre “Colonización y Colonias”. En el curso de una, hizo dos preguntas importantes y entonces dió una respuesta igualmente importante: -


¿Qué elevó a Liverpool y Manchester de poblaciones provincianas a ciudades gigantescas?


¿Qué mantiene ahora su industria siempre activa y su rápida acumulación de riqueza?


Su presente opulencia es tan realmente debida a los afanes y sufrimientos del negro, que pudiera decirse que este con sus manos excavó sus muelles y fabricó sus máquinas de vapor.


¿De dónde viene el dinero? – Leo Huberman, en los bienes terrenales del hombre.


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