Todo esto lo intentaremos descifrar en la medida que este ejercicio avance.
Por ahora, veamos que dice el diccionario:
"El término conspiración o conjura suele referirse a un acto o conjunto de actos realizados por varias personas con ánimo de arrebatar el poder a otra o de causarle daño a una persona o a la autoridad. Cuando se refiere a cosas, una conspiración es una concurrencia de circunstancias en dirección a un mismo fin."
Si los diccionarios fuesen la verdad revelada, como lo son para quienes sólo utilizan argumentos de autoridad académica, entonces prácticamente cualquier pensamiento o acción en dirección opuesta al status quo y movimiento ideológico hegemónico, puede ser considerada una conspiración.
Desde el diccionario y el dogma académico, es conspirador Siddharta Gautama al abandonar su casta de guerreros, lo fueron después Filipo en Macedonia, Julio Cesar y Octavio en Roma; también lo es el cristianismo pagano y la sistematización realizada por Constantino, ni hablar del mismo jesús bíblico o Mahoma cuando corrige los oscuros caminos del judaísmo y el cristianismo y elimina la idolatría gráfica. También son conspiradores en la historia los ortodoxos, los cruzados y los cátaros que perecieron en sus hogueras, como después lo fueron Robespierre, Bolívar y en
tiempos cercanos cualquier fascista que ha menospreciado el constitucionalismo moderno.
Es conspirador, cualquiera que inconforme con el orden establecido en su edad de rebelión intelectual, utilice sus medios para realizar un cambio ideológica o material.
Sin embargo, a partir del misticismo en los años sesentas y el surgimiento de un nuevo periodismo independiente, como reacción a la crisis del eurocentrismo y su método científico y dogmático, las corrientes de pensamiento neoconservadoras y estrictamente académicas decidieron contraatacar creando la confusa y difusa "nueva era", para que así se distanciaran y polarizaran por una parte, los autores de la vieja guardia goda, dogmáticos y paradigmáticos fundamentalistas, a quienes acuden los lectores para conocer la verdad revelada. Por otra parte, están los llamados autores conspiranoicos que normalmente están en las estanterías de ficción y misterios, y a quienes acuden los osados que prefieren vivir hablando de fantasías esotéricas antes de poner un pie en la tierra. Éste grupo es amplio y diverso, ésta lleno de hombres libres y de encantadores de serpientes, de tal forma que al público manso le costará trabajo saber quién le dice la verdad.
Entonces, si usted entra a la librería nacional y sale con un libro del general Naranjo narrando los mínimos detalles de la "operación jaque", usted es para la sociedad un tipo que seguramente sabe escoger sus fuentes para conocer la realidad. Es decir, ¿no es un general de la república honesto por el alto cargo que tiene? ¿Quién soy yo para sospechar de él?
Si sale de la librería con un libro de Dan Brown, usted es un tipo que le gustan los misterios a sabiendas que eso del "opus dei", "los illuminati", y el conocimiento misterioso de "Da Vinci" es pura exageración del autor sacada de las revistas españolas que la tía guarda en el baño, porque por supuesto, a quien se le ocurre pensar que el billete del dólar tiene más símbolos paganos que los videos de Locomia.
Si sale de la librería con un libro de Osho, usted debe ser un tipo con serios problemas y seguramente le toca recurrir a estos manuales de espiritualidad para sentirse mejor consigo mismo. Su tía, la loca de los ángeles en el cuarto (y las revistas en el baño), seguramente se lo ha recomendado.
Estas son las generalizaciones a las que la difusión literaria ha llegado, al menos en un país que poco sabe escoger sus fuentes como Colombia. Creo que el ejemplo es aún más grande pensando en cómo la globalización no ha hecho sino intercambiar todo lo malo y perverso mientras todavía varios escritores e investigadores siguen amenazados, a pesar de su verdadera labor humanitaria. La red y las librerías están inundadas de libros de nueva era, que por alguna razón dentro de sus "fantasiosas" creencias en elementales, espíritus y extraterrestres, han logrado crear un nuevo engendro literario (por no decir género):
La literatura de los misterios conspiratorios.
Los best-sellers de la nueva era son por lo general novelas que según sus autores tienen rigurosidad histórica pero que cuentan con algunos elementos ínfimos de ficción, para que finalmente de una historia simplona se obtenga un mamotreto de 300 páginas forzadas en toda la fantochería que la imaginación de estos señores tienen.
El ejemplo más claro de nuestros tiempos está en el señor Dan Brown y sus millonarias ganancias gracias a "el codigo da vinci" y "ángeles y demonios". Él, que seguramente conoce muy bien la máxima "confunde y reinarás", se ha encargado de exponer el trabajo serio de varios periodistas que han investigado las sociedades secretas del mundo, y lo ha desbaratado con el trillado anticristianismo de cualquier adolescente tiene cuando se da cuenta de la farsa que le han vendido toda su vida. En los libros de Brown están mezclados sin orden ni criterio los templarios, illuminati, masones, el opus dei, los jesuitas, las herejías y los dogmas, los héroes y antihéroes de la historia universal, y por eso cualquiera que lea ese sancocho tendrá razón en decir: "es interesante esta hipótesis o ésta otra, pero son demasiado confusas para ser ciertas".
Estas son las generalizaciones a las que la difusión literaria ha llegado, al menos en un país que poco sabe escoger sus fuentes como Colombia. Creo que el ejemplo es aún más grande pensando en cómo la globalización no ha hecho sino intercambiar todo lo malo y perverso mientras todavía varios escritores e investigadores siguen amenazados, a pesar de su verdadera labor humanitaria. La red y las librerías están inundadas de libros de nueva era, que por alguna razón dentro de sus "fantasiosas" creencias en elementales, espíritus y extraterrestres, han logrado crear un nuevo engendro literario (por no decir género):
La literatura de los misterios conspiratorios.
Los best-sellers de la nueva era son por lo general novelas que según sus autores tienen rigurosidad histórica pero que cuentan con algunos elementos ínfimos de ficción, para que finalmente de una historia simplona se obtenga un mamotreto de 300 páginas forzadas en toda la fantochería que la imaginación de estos señores tienen.
El ejemplo más claro de nuestros tiempos está en el señor Dan Brown y sus millonarias ganancias gracias a "el codigo da vinci" y "ángeles y demonios". Él, que seguramente conoce muy bien la máxima "confunde y reinarás", se ha encargado de exponer el trabajo serio de varios periodistas que han investigado las sociedades secretas del mundo, y lo ha desbaratado con el trillado anticristianismo de cualquier adolescente tiene cuando se da cuenta de la farsa que le han vendido toda su vida. En los libros de Brown están mezclados sin orden ni criterio los templarios, illuminati, masones, el opus dei, los jesuitas, las herejías y los dogmas, los héroes y antihéroes de la historia universal, y por eso cualquiera que lea ese sancocho tendrá razón en decir: "es interesante esta hipótesis o ésta otra, pero son demasiado confusas para ser ciertas".
Gracias a estos best-sellers y a la "nueva era", sigue triunfando el racionalismo académico del que Europa tanto se jactó antes de autodestruirse el siglo pasado. Gracias a las librerías y sus secciones de ficción y misterio, la gente no sabe diferenciar la ficción del misterio.
No sorprende que los libros más vendidos en las librerías tradicionales sean libros apocalípticos alrededor del "2012", con futura versión cinematográfica a la vista, o las locas peripecias de los soldados norteamericanos y el drama de su cautiverio, completada por la historia de Colombia en los ojos de Fernando Londoño y Jose Obdulio Gaviria. Me pregunto cuales son los líderes en venta en otros países con ésta cultura ahora tan global...
Entonces, volvamos a la pregunta inicial: ¿Qué es una conspiración?. No podemos ceñirnos al significado del diccionario, porque el significado ha sido destruido y mitificado en otro sentido a partir del nacimiento de la nueva era. Lo que sí podemos hacer es redefinir el término para separar el periodismo investigativo de Daniel Estulin y Michael Tsarion con la fantasía y recocha de Dan Brown.
Es teoría de conspiración para mi al menos, toda la investigación que se dirige a conocer los misterios del poder mundial: ¿Por qué existen sociedades secretas? ¿Por qué sus miembros son al mismo tiempo los líderes políticos, religiosos y mediáticos del mundo? ¿Por qué ellos, que en su mayoría son funcionarios del público, evitan el tema y se hacen los pendejos? ¿Existe un poder en la sombra? ¿Cómo opera ese poder en la sombra? ¿Por qué nuestros medios de información ocultan ésta información para nosotros?
Es conspirador, al menos para mi, cualquiera que inconforme con el orden establecido en su edad de rebelión intelectual, utilice sus medios para investigar más allá de las fuentes tradicionales y en el camino descubra el velo de mentiras y paradigmas en los que hemos sido esclavizados al sistema monetario y a la violencia eterna.
Entonces, volvamos a la pregunta inicial: ¿Qué es una conspiración?. No podemos ceñirnos al significado del diccionario, porque el significado ha sido destruido y mitificado en otro sentido a partir del nacimiento de la nueva era. Lo que sí podemos hacer es redefinir el término para separar el periodismo investigativo de Daniel Estulin y Michael Tsarion con la fantasía y recocha de Dan Brown.
Es teoría de conspiración para mi al menos, toda la investigación que se dirige a conocer los misterios del poder mundial: ¿Por qué existen sociedades secretas? ¿Por qué sus miembros son al mismo tiempo los líderes políticos, religiosos y mediáticos del mundo? ¿Por qué ellos, que en su mayoría son funcionarios del público, evitan el tema y se hacen los pendejos? ¿Existe un poder en la sombra? ¿Cómo opera ese poder en la sombra? ¿Por qué nuestros medios de información ocultan ésta información para nosotros?
Es conspirador, al menos para mi, cualquiera que inconforme con el orden establecido en su edad de rebelión intelectual, utilice sus medios para investigar más allá de las fuentes tradicionales y en el camino descubra el velo de mentiras y paradigmas en los que hemos sido esclavizados al sistema monetario y a la violencia eterna.
Cuando un producto dice larga vida, realmente significa larga vida para las corporaciones. Hoy pienso que cuando un libro dice "lider en ventas", realmente quiere decir en nuestro país "lider en confundir y hablar mierda". Aplica, para ser justos, a los best-sellers de la nueva era y de las locas peripecias de la mafia colombiana.
Y en aras de comprender y aceptar que yo, soy en efecto un conspiranoico como he sido acusado por doctores de la ciencia y de los argumentos de autoridad, recordaré en breves palabras varias máximas del manifiesto hacker, documento clave en la década de los noventas y el auge de internet en el mundo.
"Exploramos... y nos llamáis delincuentes. Buscamos ampliar nuestros conocimientos... y nos llamáis delincuentes. No diferenciamos el color de la piel, ni la nacionalidad, ni la religión... y vosotros nos llamáis delincuentes. Construís bombas atómicas, hacéis la guerra, asesináis, estafáis al país y nos mentís tratando de hacernos creer que sois buenos, y aún nos tratáis de delincuentes. Sí, soy un delincuente. Mi delito es la curiosidad. Mi delito es juzgar a la gente por lo que dice y por lo que piensa, no por lo que parece. Mi delito es ser más inteligente que vosotros, algo que nunca me perdonaréis. Soy un conspiranoico, y éste es mi manifiesto. Podéis eliminar a algunos de nosotros, pero no a todos... después de todo, somos todos iguales."
Probablemente con éste manifiesto no hay vuelta atrás. He decidido distanciarme de la tradición informativa y viviré seguramente incomprendido por la mayoría de personas alrededor. Para estar tranquilo, recordaré siempre lo que Ralph Waldo Emerson dijo en su conferencia sobre la autoconfianza:
"¿Es tan malo ser incomprendido? Ser grande es ser incomprendido"
En el siguiente episodio de esta serie de las conspiraciones, me encargaré de demostrar cómo la nueva era NO inventó el ocultismo, ni el karma, ni el dharma, ni la reencarnación, ni la cuántica, ni la magia ni la meditación. Hasta la próxima.
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