dimanche 2 août 2009

Qué es el dinero , según Bernard Lietaer

La peri­odista Sarah Van Gelder entre­vistó, hace ya algunos años al econ­o­mista Bernard Lietaer. Bernard posee un impre­sio­n­ante cur­ricu­lum ya que ha tra­ba­jado para el Banco Cen­tral de Bél­gica, dis­eñando la mon­eda única euro­pea, en el sis­tema de pagos elec­tróni­cos de su país, en diver­sas empre­sas multi­na­cionales desar­rol­lando tec­nologías de pago, en una de las prin­ci­pales empre­sas de inver­sión, en países del Ter­cer Mundo para el fomento del ahorro e incluso en la Uni­ver­si­dad de Lovaina enseñando Finanazas Inter­na­cionales. La entre­vista no tiene des­perdi­cio y viniendo de alguién tan bien for­mado y doc­u­men­tado en el tema debe­mos tener muy en con­sid­eración sus comentarios.

Cre­ando dinero

“El dinero se crea cada vez que un banco hace un prés­tamo. Cuando un banco entrega la suma de 100.000 mil dólares para una hipoteca, en real­i­dad lo que el banco está cre­ando es el dinero prin­ci­pal ini­cial o sea los 100.000 que va a bas­tar y que hace cir­cu­lar la economía. Pero el banco cuenta, en real­i­dad, con que usted va a devolver 200.000 en los sigu­ientes veinte años. Sólo que esos segun­dos 100.000 no los crea la enti­dad financiera sino, por el actual sis­tema, será todo el mundo el que tenga que pelearse entre sí para devolverle esa can­ti­dad (…) De esta forma, unas per­sonas tienen que perder con­stan­te­mente para que otras ganen (…) todo esto quiere decir que cuando el banco ver­i­fica su cred­i­bil­i­dad como cliente en real­i­dad lo que está cheque­ando es cuán capaz es usted de com­pe­tir y vencer a otros jugadores. Si será capaz de extraer esos segun­dos 100.000 dólares que, si fra­casa en el juego, le harán perder la hipoteca, la casa y cualquier otro pat­ri­mo­nio colat­eral suyo

Cul­pa­bles

“El dis­eño del dinero es la raíz de mucho de lo que está ocur­riendo en la real­i­dad (…) la cod­i­cia y la com­pe­ten­cia no son resul­tado de un tem­pera­mento humano inmutable den­tro de nosotros. En real­i­dad, la cod­i­cia y el miedo a la escasez son con­tin­u­a­mente crea­dos y ampli­fi­ca­dos como con­se­cuen­cia directa del tipo de dinero que esta­mos uti­lizando. Por ejem­plo, podemos pro­ducir ali­mento más que sufi­ciente para ali­men­tar a todo el mundo y existe tra­bajo sufi­ciente para todas las per­sonas del plan­eta, pero lo que no hay es dinero sufi­ciente para pagar por todo ese trabajo (…)

Ideas con­tra el sis­tema financiero

“En Fran­cia exis­ten actual­mente unas tre­cien­tas redes de inter­cam­bio local (…) que se desar­rol­laron cuando los nive­les de desem­pleo alcan­zaron el 12 %, para facil­i­tar los inter­cam­bios de diver­sos tipos de pro­duc­tos y ser­vi­cios, desde la renta hasta la pro­duc­ción orgánica (…) no sólo se com­er­cial­izan que­sos, fru­tas, tor­tas y otros pro­duc­tos de mer­cado cada quince días, sino tam­bién ser­vi­cios de fontan­ería, pelu­quería, clases de nave­gación a vela o clases de inglés (…) Otro ejem­plo clásico es el del Time Dol­lar (el Dólar-Tiempo) de Edgard Kahn, el cual sig­nifica que mien­tras exista un acuerdo entre dos per­sonas sobre una transac­ción usando Time Dol­lars, ellos ya crearon de mutuo acuerdo el dinero que nece­si­tan en el pro­ceso; no existe por lo tanto escasez de mon­eda y eso no sig­nifica que exista una can­ti­dad infinita de esa mon­eda porque usted no puede darme 500.000 horas de Time Dol­lars ya que sería imposi­ble que lo hiciera…, pero no existe esa escasez arti­fi­cial del dinero que los ban­cos crean per­ma­nen­te­mente. En vez de atacarse unas per­sonas con­tra las otras, este sis­tema impulsa a cooperar.”

Esclavitud del dinero

Razones psi­cológ­i­cas de la escasez

“Sólo cuando falta con­fi­anza en uno mismo es cuando tener una gran cuenta ban­caria, a cualquier pre­cio, se con­vierte en la mayor aspiración per­sonal. El primer hom­bre que acu­muló una serie de cosas como pro­tec­ción con­tra la incer­tidum­bre del futuro automáti­ca­mente tuvo que empezar a defender su botín con­tra la envidia y las necesi­dades de otros. Si una sociedad tiene miedo a la escasez, crea un ambi­ente en el cual se man­i­fi­es­tan bue­nas razones para vivir en el miedo de la escasez y eso es lo que se llama una pro­fecía de autocumplim­iento. Tam­bién es cierto que hemos estado viviendo durante un largo período de tiempo creyendo que era nece­sario crear escasez para crear valor. Si bien eso puede ser válido en algunos domin­ios, en otros resulta abso­lu­ta­mente arti­fi­cial. Por ejem­plo: no existe nada que nos imp­ida dis­tribuir gra­tuita­mente toda la infor­ma­ción. El costo mar­ginal de dis­tribuir infor­ma­ción actual­mente es prác­ti­ca­mente nulo; sin embargo, inven­ta­mos ‘copy­rights’ para tratar de man­tener la escasez de infor­ma­ción y por tanto incre­men­tar su valor. Así que es el miedo a la escasez lo que crea la cod­i­cia y la acu­mu­lación, que a su vez crea la escasez a la que se temía.”

Economía real y economía virtual

“Ante todo el sis­tema mon­e­tario ofi­cial actual no tiene ya casi nada que ver con la economía real. Sólo para darle una idea, las estadís­ti­cas de 1995 indi­can que el vol­u­men de mon­eda inter­cam­bi­ada a nivel global es de 1,3 tril­lones por día, esto es 30 veces más que el pro­ducto bruto diario de los países desar­rol­la­dos en el con­junto de la OCDE. El Pro­ducto Inte­rior Bruto de los EE.UU. es removido en el mer­cado global cada tres días…, pero de este vol­u­men total sólo un 2 ó un 3 por ciento tiene que ver con transac­ciones reales. El resto se desar­rolla den­tro del ciber­casino espec­u­la­tivo global.”

El poder financiero

“Está muy claro que el poder se ha desplazado de los gob­ierno a los mer­ca­dos financieros. Cuando un gob­ierno hace algo que no le gusta a los mer­ca­dos –como los británi­cos en el 91, los france­ses en el 94 o los mex­i­canos en el 95-, nadie se sienta a la mesa y les dice ‘Ust­edes no deberían hacer eso porque…’ Ocurre otra cosa mucho mas sen­cilla: una cri­sis mon­e­taria de su mon­eda. Unos cien­tos de per­sonas que no fueron elegi­das por nadie y que no tienen ninguna respon­s­abil­i­dad colec­tiva sobre nada, como son por ejem­plo los fon­dos de pen­sión o tan­tas otras cosas, son los que deci­den la crisis”.

¿Hasta cuando durará está situación?

“Hasta George Soros, que se dedicó a la espec­u­lación con mon­edas nacionales, con­cluyó que la inesta­bil­i­dad es acu­mu­la­tiva así que el quiebre de la libre fluc­tuación de mon­eda está abso­lu­ta­mente garan­ti­zado. Joel Kurtz­man, ex edi­tor del Har­vard Busines Review incluye en su último libro el sigu­iente tit­u­lar: ‘La muerte del dinero y el pronós­tico de colapso inmi­nente debido a la locura espec­u­la­tiva’ (…) Como sim­ple ejem­plo, pense­mos que las reser­vas de todos los ban­cos cen­trales de la UE se unieran para tra­ba­jar jun­tos ante una cri­sis. En ese caso, ten­drían fon­dos para con­tro­lar ¡sólo la mitad del vol­u­men de un día nor­mal de com­er­cio! Esto en una situación nor­mal. En caso de cri­sis, las reser­vas cen­trales no durarían más de dos o tres horas.”
¿Que ten­dríamos que hacer?

“Debe­mos dis­eñar un sis­tema mon­e­tario que haga exac­ta­mente lo opuesto de lo que hace actual­mente éste. Lo que yo llamo de Carga a Largo Plazo, un con­cepto desar­rol­lado por Sil­vio Gesell hace alrede­dor de un siglo. Su idea era que el dinero es un bien público como el telé­fono o el trans­porte en auto­bús y nosotros sólo deberíamos pagar una tasa por usarlo. En otras pal­abras crear una tasa de interés neg­a­tivo en vez de pos­i­tivo. Sería así: si yo le doy un bil­lete de cien dólares y digo que den­tro de un mes tiene que pagar un dólar para que el bil­lete siga siendo válido, ¿usted qué haría? Lógi­ca­mente trataría de usarlo o inver­tir en algo más, para no ‘perder’ ese dólar… Exac­ta­mente ésa es la fun­ción del dinero: sólo es bueno cuando cir­cula. En el sis­tema Gesell, las per­sonas deberían usar el dinero como un medio de inter­cam­bio pero no como reserva de valor: eso crearía tra­bajo, facil­i­taría su cir­cu­lación y podría inver­tirse en el sis­tema de incen­tivos de corto plazo.”

Extrac­tado y ade­cuado a par­tir de un artículo pub­li­cado por Paul H. Koch en el Paso de las Ter­mópi­las.

Impor­tante leer acerca de la obra de Sil­vio Gesell: El orden económico natural

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