mardi 15 septembre 2009

La Nación Soñada



Puede haber tantas ideas de nación como personas que se detengan a pensarlas. A continuación está mi idea de nación, permitiéndome ir hasta donde la fuerza de la utopía y la convicción me lleven.

Un modelo nacional a futuro basado en la idea occidental de los Estados-Nacionales es inapropiado para mí. Sí; los Estados Nacionales es lo que tenemos hoy día; territorios, poblaciones, gobiernos y soberanías; culturas, razas y religiones. Sí, varias representaciones que nos hacen diferentes y que definen lo nacional, pero, creo que hoy día (y a mediano plazo) lo que nos hace iguales pesa más en la definición de no sólo una nueva idea nacional, sino de una nueva idea de pertenencia e identidad política ligada a procesos que se desbordan a lo económico, lo ético, lo vital.

So pena de pasarles por encima a los grandes teóricos de las naciones y el nacionalismo, creo que el rasgo que en el fondo configuró naciones fue la práctica de la diferenciación. Tal como los humanos construimos nuestra identidad en tanto somos diferentes a los otros humanos, las naciones se configuraron en tanto unos grupos se diferenciaron de otros.

En el pasado y aún en el presente, las identidades políticas se construyeron y se construyen en la diferenciación, en la escisión, ya sea a través del enemigo común (basta mirar cómo los colombianos de bien son hoy más colombianos gracias a Chávez, y paradójicamente los otros somos menos colombianos gracias a Uribe), o imponiendo proyectos de identidad pensados para sólo una parte de la población (como sucedió en Colombia y el proyecto conservador nacional).

Pero, hemos llegado al punto en que la diferenciación se hace inútil, no porque se haya agotado el conflicto, el conflicto nunca se agotará. Hemos llegado al punto en que la diferenciación se hace inútil porque ahora la diferencia está en sobrevivir como especie o desaparecer del universo (crisis en el manejo de los recursos, crisis en el modelo económico, desacuerdos para enfrentar los cambios climáticos).

Siendo así creo que debemos apostarle a una identidad supranacional, es más ni debería llamarse así, mejor, una identidad global. Hoy nos estamos convirtiendo en un gran grupo de personas (más de siete mil millones) que compartimos la misma experiencia histórica reciente gracias al socialismo y al capitalismo con sus desgracias. Hoy nos estamos convirtiendo en un gigante grupo de personas que compartimos un destino colectivo hacia el despeñadero, pero creo que es hora de empezar a compartir una esperanza de un bien común, de un nuevo destino colectivo que no sea el caos y la aniquilación.

Es hora de pensar nuevas formas de pertenencia política y arreglos institucionales que vayan de la mano con un cambio en la mirada en los diferentes procesos económicos (de la vida tangible, al igual que de los sentidos y las prácticas) y los recursos tecnológicos, y sobre todo de nuevos presupuestos éticos. Lo cual no significa homogeneidad. Me gusta una idea nacional que respete las diferencias culturales ligada al reconocimiento del common ground global, construida desde abajo en la arquitectura del poder.

Escrito por Mina

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