A un lado,
La educación concebida no como un derecho, sino como una mercancía.
Basada en obedecer, y no en criticar.
Concebida verticalmente, de arriba abajo.
Ajena a la realidad, desterritorializada, productivista, desligada del propio pasado.
Creadora de identidad a través de las marcas.
Formadora de sujetos apolíticos, defensores de lo privado y lo individual, que siguen las directrices que dicta la sociedad de consumo.
Al otro lado,
Movimientos sociales que ponen en marcha propuestas de educación popular colectivas y transformadoras.
Basadas en que todos y todas pueden aprender algo y en que todos y todas saben algo.
Donde existe un vínculo fuerte entre los procesos educativos y los políticos.
Que colocan la dignidad humana en el centro de la escuela.
Donde se crea identidad a través del compromiso con la comunidad y con la lucha contra las injusticias.
Que forman sujetos de conocimiento y de acción, constructores de nuevas realidades, que se hacen responsables de su mundo más allá de su propia realidad local.
María González
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