Un “lugar que no existe”. Fue el nombre que le puso Tomás Moro en "Deoptimo reipublicae statu de que nova insula Utopia", a un país imaginario con ciertas características sociales, pero sin tiempo ni ganas de entretenerse con experimentos que implicaran una integración respetuosa con el mundo natural.
La devastación ambiental y social que todos podemos palpar a diario y que se viene agudizando desde hace décadas, nace debido a necesidades inducidas por distintos factores que actúan sobre los grupos humanos. Podemos arriesgar que según sea el grado de conciencia, libertad y autonomía de las personas que se incorporan a una localidad, pueden favorecer la acumulación del capital que requiere mano de obra y materia prima baratas y a su alcance.
Es un sistema prepotente que asigna roles a grupos y regiones sin consultar el interés ni las necesidades locales. Las ciudades se van deformando en lo que hoy conocemos como “megalópolis”, inseguridad y carencias de todo tipo que ya ni siquiera alcanzan a ser aliviadas por el asistencialismo del Estado, las actitudes antisociales y antiecológicas parecen multiplicarse en la medida en que crece el extrañamiento del habitante. Continúa....
La devastación ambiental y social que todos podemos palpar a diario y que se viene agudizando desde hace décadas, nace debido a necesidades inducidas por distintos factores que actúan sobre los grupos humanos. Podemos arriesgar que según sea el grado de conciencia, libertad y autonomía de las personas que se incorporan a una localidad, pueden favorecer la acumulación del capital que requiere mano de obra y materia prima baratas y a su alcance.
Es un sistema prepotente que asigna roles a grupos y regiones sin consultar el interés ni las necesidades locales. Las ciudades se van deformando en lo que hoy conocemos como “megalópolis”, inseguridad y carencias de todo tipo que ya ni siquiera alcanzan a ser aliviadas por el asistencialismo del Estado, las actitudes antisociales y antiecológicas parecen multiplicarse en la medida en que crece el extrañamiento del habitante. Continúa....
“Un país imaginario” permite un sano desarrollo humano, y puede ser continuado satisfactoriamente en un futuro indefinido. Probables anticipos de lo que podría ser el planeta entero si la semilla de estos intentos se multiplicara hasta conformar una “masa crítica”, no son sólo “otra” cosa sino que pretenden ser algo mejor, profundamente mejor que lo que estamos viviendo.
No buscan restaurar aspectos aislados de la vida humana dentro del mismo sistema dominante, única manera de que en verdad funcione. Las Ecoaldeas son un replanteo tan visceral de la sociedad humana que ponen en un plano completamente nuevo todas las cuestiones referidas a la alimentación, la seguridad y demás temas que hoy martirizan a la mayor parte de la población.
Crean un sistema armónico que supera la dualidad “cultura-naturaleza” y que neutraliza cualquier impacto ambiental negativo derivado de la actividad humana. Infinitamente más que un concepto de moda en los discursos empresariales y políticos.
Logra que las construcciones tengan un buen equilibrio entre lugares públicos y privados, que estimulen la interacción comunitaria y den cabida a una diversidad de actividades. Lo que dependerá de las características de cada lugar y de las capacidades de los habitantes.
En la medida en que el número de Ecoaldeas vaya aumentando, y atraviesa todos los demás aspectos, será el sistema político que adoptará la Ecoaldea. La cohesión grupal es un elemento básico que parte de una visión compartida acerca del tipo de vida que se busca desarrollar y de la construcción conjunta, todos estos desafíos requieren un tiempo probablemente mayor que el esperado, no es preciso comenzar “desde la nada” ya que varias Ecoaldeas ofrecen asesoramiento y hay bastante información disponible.
Las que ya están
Todas las Ecoaldeas presentan distintas etapas de evolución y no han logrado aún el estado “ideal” que propone el concepto. Se trata de un “viaje” que recién comienza y que nutre su vitalidad de saberse en el camino correcto, tal vez el único que ofrece una digna y posible continuidad de la especie humana.
No buscan restaurar aspectos aislados de la vida humana dentro del mismo sistema dominante, única manera de que en verdad funcione. Las Ecoaldeas son un replanteo tan visceral de la sociedad humana que ponen en un plano completamente nuevo todas las cuestiones referidas a la alimentación, la seguridad y demás temas que hoy martirizan a la mayor parte de la población.
Crean un sistema armónico que supera la dualidad “cultura-naturaleza” y que neutraliza cualquier impacto ambiental negativo derivado de la actividad humana. Infinitamente más que un concepto de moda en los discursos empresariales y políticos.
Logra que las construcciones tengan un buen equilibrio entre lugares públicos y privados, que estimulen la interacción comunitaria y den cabida a una diversidad de actividades. Lo que dependerá de las características de cada lugar y de las capacidades de los habitantes.
En la medida en que el número de Ecoaldeas vaya aumentando, y atraviesa todos los demás aspectos, será el sistema político que adoptará la Ecoaldea. La cohesión grupal es un elemento básico que parte de una visión compartida acerca del tipo de vida que se busca desarrollar y de la construcción conjunta, todos estos desafíos requieren un tiempo probablemente mayor que el esperado, no es preciso comenzar “desde la nada” ya que varias Ecoaldeas ofrecen asesoramiento y hay bastante información disponible.
Las que ya están
Todas las Ecoaldeas presentan distintas etapas de evolución y no han logrado aún el estado “ideal” que propone el concepto. Se trata de un “viaje” que recién comienza y que nutre su vitalidad de saberse en el camino correcto, tal vez el único que ofrece una digna y posible continuidad de la especie humana.
Escrito por Maria Eugenia Vidal para http://prout.org.ar/2010/09/04/ecoaldeas-futuro-que-ya-comenzo/
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